1 Corintios 1: 21 = Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Agradó a Dios salvar a los hombres utilizando la locura de la predicación y no los avances tecnológicos o científicos. ¿No parece irreal? ¿No parece algo sacado de algunos de aquellos antiguos cuentos de hadas que te leían de pequeño tus padres o maestros de escuela no creyentes? Sin embargo es tan cierto como que tú y yo lo hemos podido ver y comprobar. ¿Cómo alguien pasaría de estar pedido a estar salvo, sólo porque alguien se puso a hablar y su corazón fue tocado? Simple, pasaría si estuviéramos convencidos y no incrédulos, de que eso sucede porque quien toca el corazón de los incrédulos usando a alguien que habla es el Espíritu Santo de Dios, y no la capacidad teológica de ese hombre que circunstancialmente estuvo hablando. ¡Mira qué simple que es! Lo teníamos al lado y no lo veíamos.